El triunfo educativo del Porfiriato tenía una sólida base
ideológica, el cambio de las materias y
el método de enseñanza, el cual era bueno y no accesible para todos, solo
algunos podían deleitarse, para esto pedagogos, maestros y políticos lucharon
con la finalidad de obtener educación
buena para todo el pueblo mexicano.
Los estados del país contaban con escuelas mixtas, de
tercera clase y de dos turnos, escuelas
urbanas y rurales según las estadísticas del Porfiriato, pero también había
escuelas en las haciendas y ranchos. Las estadísticas que se tienen no son muy
claras así que solo se sabe que las haciendas debían tener escuelas, así lo
marcaba la ley.
Se conocía la existencia de las escuelas en las Haciendas,
pero lo que no se sabe es que cuantas tenían, de que tipo eran, donde se
encontraban y si en realidad las haciendas o ranchos cumplían con todo lo que
la ley estipulaba.
Los estados que tenían más escuelas rurales eran San Luis
Potosí, Tamaulipas y Zacatecas. En cada estado de la República se asignaba un
presupuesto distinto y se le daba distinta prioridad a la educación según el
gobierno y su interés hacia el pueblo.
Uno de los puntos relevantes en cuanto al tema educativo
para los estados es que no era posible aprovechar las fuerzas y facultades de
los hombres del campo, si no se contaba con centros de enseñanza adecuados y
que la niñez de los campos la mayoría era analfabeta. Para esto en 1899 se
organizó un Congreso Pedagógico con el fin de “unificar la educación y
establecer un plan estatal de proyecciones del futuro”.
Se establecieron más escuelas en haciendas y rancherías
denominadas escuelas rurales y aún faltaban más por crear, al parecer eran más
las escuelas en estos lugares que las que había en las ciudades denominadas
escuelas urbanas. Los maestros recibían 10 pesos como sueldo y además recibían
maíz para sembrar.
Las escuelas rurales eran aquellas establecidas en
haciendas, rancherías y agrupaciones de poblaciones que no fueran cabecera
municipal. Se debería establecer una escuela por cada 500 habitantes, una de
niño y otra de niña y sino una mixta y en las poblaciones de menos de 200
habitantes y situadas a más de tres kilómetros de distancia de una escuela, se
debería establecer la enseñanza elemental por medio de maestros ambulantes.
El olvido de la educación rural se debía al desprecio que
tenían los liberales y positivistas al indio, ellos estaban preocupados por el
progreso material y los indios eran de bajo rendimiento y de mala calidad según
su enfoque. El desarrollo de México se tendría que basar en su propia
población, durante la primera década del presente siglo se aumentó el interés
por educar al indio como medio de integrarlo a la sociedad.
Este punto de
vista era apoyado por los ideólogos Francisco Bulnes, Emilio Rabasa y Francisco
Cosmes. Creían que no bastaba con leer y escribir, que primero deberían
liberarlo de sus propias miserias, lo que urgía era hacer de él un miembro
útil. Justo Sierra pensaba que la educación sería suficiente para integrar al
indio a la sociedad y mitigar las desigualdades sociales.
Entre 1920 y 1950 el sistema educativo mexicano creció en
forma constante pero moderada.
Durante esos años, la enseñanza primaria se concentraba
principalmente en el medio urbano y los niveles superiores tenían un carácter
restringido. Ese patrón de crecimiento acabó a mediados de la década cincuenta,
dando lugar a un gran ciclo expansivo de treinta años que concluyó en los años ochenta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario