viernes, 16 de enero de 2015

"Educación del pueblo"

Por: Karla Alexandra Lozano Montalvo.



El triunfo educativo del Porfiriato tenía una sólida base ideológica, el cambio de  las materias y el método de enseñanza, el cual era bueno y no accesible para todos, solo algunos podían deleitarse, para esto pedagogos, maestros y políticos lucharon con la finalidad de  obtener educación buena para todo el pueblo mexicano.

Los estados del país contaban con escuelas mixtas, de tercera clase y de dos turnos,  escuelas urbanas y rurales según las estadísticas del Porfiriato, pero también había escuelas en las haciendas y ranchos. Las estadísticas que se tienen no son muy claras así que solo se sabe que las haciendas debían tener escuelas, así lo marcaba la ley.

Se conocía la existencia de las escuelas en las Haciendas, pero lo que no se sabe es que cuantas tenían, de que tipo eran, donde se encontraban y si en realidad las haciendas o ranchos cumplían con todo lo que la ley estipulaba.
Los estados que tenían más escuelas rurales eran San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas. En cada estado de la República se asignaba un presupuesto distinto y se le daba distinta prioridad a la educación según el gobierno y su interés hacia el pueblo.

Uno de los puntos relevantes en cuanto al tema educativo para los estados es que no era posible aprovechar las fuerzas y facultades de los hombres del campo, si no se contaba con centros de enseñanza adecuados y que la niñez de los campos la mayoría era analfabeta. Para esto en 1899 se organizó un Congreso Pedagógico con el fin de “unificar la educación y establecer un plan estatal de proyecciones del futuro”.

Se establecieron más escuelas en haciendas y rancherías denominadas escuelas rurales y aún faltaban más por crear, al parecer eran más las escuelas en estos lugares que las que había en las ciudades denominadas escuelas urbanas. Los maestros recibían 10 pesos como sueldo y además recibían maíz para sembrar.

Las escuelas rurales eran aquellas establecidas en haciendas, rancherías y agrupaciones de poblaciones que no fueran cabecera municipal. Se debería establecer una escuela por cada 500 habitantes, una de niño y otra de niña y sino una mixta y en las poblaciones de menos de 200 habitantes y situadas a más de tres kilómetros de distancia de una escuela, se debería establecer la enseñanza elemental por medio de maestros ambulantes.

El olvido de la educación rural se debía al desprecio que tenían los liberales y positivistas al indio, ellos estaban preocupados por el progreso material y los indios eran de bajo rendimiento y de mala calidad según su enfoque. El desarrollo de México se tendría que basar en su propia población, durante la primera década del presente siglo se aumentó el interés por educar al indio como medio de integrarlo a la sociedad.

 Este punto de vista era apoyado por los ideólogos Francisco Bulnes, Emilio Rabasa y Francisco Cosmes. Creían que no bastaba con leer y escribir, que primero deberían liberarlo de sus propias miserias, lo que urgía era hacer de él un miembro útil. Justo Sierra pensaba que la educación sería suficiente para integrar al indio a la sociedad y mitigar las desigualdades sociales.

Entre 1920 y 1950 el sistema educativo mexicano creció en forma constante pero moderada.




Durante esos años, la enseñanza primaria se concentraba principalmente en el medio urbano y los niveles superiores tenían un carácter restringido. Ese patrón de crecimiento acabó a mediados de la década cincuenta, dando lugar a un gran ciclo expansivo de treinta años que concluyó en los años ochenta.

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